El mito de la dopamina

El mito de la dopamina

No hay duda de que el cannabis puede ser adictivo, pero aún hay muchas fake news al respecto. Una de las más persistentes es el mito de la dopamina; aquél que dice que la adicción proviene de que el cannabis la produce en cantidades exageradas. Sin embargo, eso es falso; aquí te decimos por qué.

El mito de la dopamina

Aunque el enfoque se está desviando un poco, por mucho tiempo se creyó que el cannabis causaba adicción simplemente por activar los receptores de placer del cerebro.

En otras palabras, se creía que el cannabis provocaba “inundaciones” de dopamina. También se creía—erróneamente—que es el único neurotransmisor que produce placer. Supuestamente, el adicto se acostumbraba a ella y ya no podía sentir placer sin consumir cannabis.

Hay algo de verdad en ello; pero, para ver qué, primero hay que desmentir el mito de la dopamina.

¿Cómo actúa el THC en el cuerpo?

Nuestro sistema endocannabinoide produce un neurotransmisor llamado anandamida, también llamada “la molécula del placer”. Y es que la anandamida regula nuestras respuestas a cosas que, precisamente, nos causan placer, como comer o el sexo.

La anandamida embona a la perfección en los receptores de nuestras células y les ordena que envíen respuestas placenteras. El THC es “hermana” de la anandamida porque estructuralmente es muy similar. Por lo tanto, embona en los mismos receptores y provoca reacciones similares.

Similares, mas no idénticas. Bajo los efectos del THC, nuestras células se “confunden” y sus señales son inusuales. Por ejemplo, altera nuestra percepción y nos da hambre, aunque acabemos de comer.

Lo verdadero del mito de la dopamina

La parte cierta del mito de la dopamina es que el cannabis sí 1. causa placer y 2. podría disminuir nuestra capacidad de sentirlo. Es decir, sí puede causar adicción; sin embargo, aquí es necesario hacer un paréntesis.

Primero, no es por una “inundación de dopamina”. Al sobreestimularlos, nuestras células dejan producir receptores CB1, por lo que debemos consumir más cannabis—o producir más anandamida—para sentir los mismos efectos.Sin embargo, esto es temporal. Después de un tiempo—tan corto como un par de semanas—, nuestra tolerancia disminuye, los receptores aparecen de nuevo, y nuestra capacidad de sentir placer vuelve.