¿Qué pasa si tu mascota ingiere cannabis?
Como ya sabemos, los animales consumen plantas en su dieta cotidiana. Los gatos y perros comen plantas hasta 7 veces por semana, y aunque la teoría indica que es para purgarse y un tratamiento antiparásito, la realidad es que consumen plantas habitualmente, no solo para purgarse.
Como ya lo habíamos comentado, tanto los perros como los gatos cuentan con un sistema Endo cannabinoide, por lo que se podrían beneficiar con el consumo de esta planta. Sin embargo, una ingesta accidental de cannabis lo podría poner en peligro, ya que esta planta tiene dos caras, se pueden beneficiar o intoxicar.
La mayoría de los estudios sobre los efectos del cannabis, fueron realizados en pacientes que tuvieron intoxicaciones accidentales, por lo que no hay datos controlados sobre esta hipótesis. Sin embargo, cada vez es más común que las mascotas ingieran cannabis por diversos medios, que ya es mucho más fácil que este a su alcance, ya sea por una planta cerca, restos de flores secas, cogollos, o gomitas de azúcar o algún tipo de alimento. Antes, las mascotas podían morder un par de cogollo o flores secas en donde la cantidad de ingesta era baja, sin embargo, hoy en día las mascotas pueden encontrar una bolsa de gomitas, o chocolates, en donde la intoxicación se vuelve más peligrosa si además de la ingesta de cannabis hay cafeína y chocolate de por medio.
Una vez que la mascota ingiere cannabis, cuando es en poca cantidad no genera ningún cuadro clínico preocupante, sin embargo, las mascotas cuentan con patologías previas a la intoxicación, por lo que el consumo de dosis altas de cannabis puede resultar riesgoso. El nivel de la intoxicación también depende del tipo y calidad de cannabis ingerido y si la planta contiene más CBD o THC.
Sin embargo, el cannabis en su mismo no va a producir la muerte en un animal sano o joven, pero si puede producir complicaciones en animales polimedicados, con otras patologías o de edad avanzada. Es indispensable guardar el cannabis fuera del alcance de las mascotas.
Imagen: New York Post