Las etiquetas no siempre dicen la verdad
A veces parece increíble sugerirlo, pero las etiquetas de los productos de cannabis no siempre dicen la verdad. Esto, más que nada, por la falta de regulación gubernamental. Al no existir un órgano o proceso estandarizado de control de calidad, la industria del cannabis está sujeta a que muchos productores y/o laboratorios mientan—no siempre a propósito.
¿Qué dicen las etiquetas?
La función del etiquetado de los productos de cannabis es la misma que la de otras industrias, como, digamos, la de la co mida. Deben traer toda la información necesaria para que el cliente sepa exactamente qué está consumiendo.
Esto no se limita a los ingredientes. Claro que la etiqueta de una bolsa de dulces de cannabis debe decir cosas como cuánta azúcar contienen (si alguna). Pero, generalmente, los distribuidores y consumidores están más interesados en saber qué índice de cannabinoides; especialmente si hablamos del THC.
Así que, cuando esa información es errónea; cuando las etiquetas no siempre dicen la verdad, sobre todo en una industria que apenas se está legalizando, existe un grave problema.
Las etiquetas no dicen la verdad por las compras de laboratorios
Gran parte del problema es que, donde la venta de cannabis es legal—en Estados Unidos, por lo menos—, no existe un órgano federal que la regule, ni a sus etiquetados. En su lugar, lo hacen los gobiernos estatales. Por ello, existen una variedad de laboratorios privados e independientes con distintos estándares de control de calidad. Y eso da pie a que se pueda ir de compras de laboratorios.
Es decir, los agricultores y fabricantes pueden buscar el laboratorio que arroje los resultados que más benefician a su producto, que no es necesariamente el más rigorista. Antes ya se han descubierto casos de cannabis con menos contenido de THC del que dice la etiqueta. O, peor aún, aún con residuos de sustancias peligrosas, como solventes.
Las etiquetas no dicen la verdad porque los laboratorios se autorregulan
Sin un órgano que regule la calidad de los productos, en muchas ocasiones se les pide a los laboratorios que revisen sus propias pruebas y resultados. Aunque muchos intentan hacerlo responsablemente, esto permite que alguno simplemente confirme sus resultados sin mucho rigor.
Al autorregularse, inclusive aquellos laboratorios que intentan ser rigoristas podrían pasar por alto defectos en su proceso que otro laboratorio, con procesos y estándares distintos, vería. En prácticamente cualquier industria, una perspectiva nueva siempre es necesaria.