Drogas psicodélicas, disociativas y empatógenas
Evidentemente, no todas las drogas o compuestos, ya sean para uso recreativo o medicinal, son iguales. La manera como trabajan, los efectos que provocan, las áreas que estimulan—principalmente del cerebro—son distintas. La primera clasificación a la que se les somete es si son intoxicantes o no. Tan solo en el cannabis existen dos compuestos que se clasifican de manera distinta de acuerdo a este criterio: el THC lo es; el CBD no. Sin embargo, ambos son psicoactivos. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre los compuestos psicoactivos y los intoxicantes? Y, para ser aún más específicos, ¿cuál es la diferencia entre las drogas psicodélicas, disociativas y empatógenas?
¿Cuál es la diferencia entre los compuestos psicoactivos e intoxicantes?
Todos tenemos una noción de lo que significan estos términos; pero se nos dificulta explicar sus diferencias. Si hubiera, entre aquellos que usamos para clasificar estupefacientes, niveles de intensidad, quizás “intoxicante” sería el más leve.
Se considera intoxicante a cualquier compuesto que altere las habilidades y manera de comportarse del usuario en comparación a un estado de sobriedad total. Siendo estrictos, el café que te tomas en la mañana para activarte; para empezar tu día con más energía; más concentrado y alerta, es intoxicante.
A menos que lo ingieras en exceso, al grado de que te haga temblar o hablar inusualmente rápido, nadie es capaz de notar si lo bebiste o no solo con verte. Un compuesto psicoactivo, sin embargo, tiene efectos más notorios. Se considera que un compuesto es psicoactivo cuando altera nuestra cognición, percepción, conciencia—nuestro comportamiento en general—.
En el caso específico del cannabis, esto significa que, tanto el THC como el CBD son psicoactivos, pero solo el THC es intoxicante. Por otro lado, el alcohol es, al mismo tiempo, intoxicante y psicoactivo.
¿Cómo se clasifican los compuestos psicoactivos?
Los compuestos psicoactivos también se pueden clasificar de acuerdo a un par de consideraciones. Primero, los efectos que ocasionan; qué alteraciones provocan en el consumidor y de qué tipo. En segundo lugar, cómo es que causa dichos efectos a nivel molecular. Es decir, con qué elementos del cerebro—o de otras partes del cuerpo—interactúa y cómo.
Esta clasificación arroja tres rubros en los que podemos acomodar a los psicoactivos: en drogas psicodélicas, disociativas y empatógenas.
Dogas psicodélicas, disociativas y empatógenas
¿Qué son las drogas disociativas?
Dos ejemplos comunes de drogas disociativas son la Ketamina y el óxido nítrico, aunque también incluyen a la fenciclidina, mejor conocida como PCP o “polvo de ángel”; y al dextrometorfano, o DXM.
Estos compuestos bloquean los receptores NMDA del cerebro que regulan cosas como la memoria, el aprendizaje y la neuroplasticidad.
Esto se traduce en un sentimiento muy peculiar. Como su nombre lo sugiere, las drogas disociativas no hacen que el consumidor pierda el vínculo con la realidad, como lo que provocan los psicodélicos. Tampoco amplifican tus sentimientos, como los empatógenos. En lugar de eso, provoca una desconexión. Es decir, el sentimiento de observarte a ti mismo desde afuera; tu comportamiento y tus acciones como en tercera persona—como si fueran los de alguien más. Mientras que este sentimiento puede ser curioso para algunos, en otros puede provocar mucha ansiedad.
Los disociativos se usan tanto recreativamente como en medicina. Son una buena alternativa para aquellos pacientes que no muestran mejoría con los antidepresivos convencionales, generalmente por tolerancia. En dosis más altas pueden provocar efectos intoxicantes similares a los del alcohol. Los disociativos también pueden ser usados—en dosis todavía más altas—como anestesia y o como un poderoso analgésico.
¿Qué son las drogas empatógenas?
Quizá el mejor ejemplo—de uso recreativo, por lo menos—de una droga empatógena sea el Éxtasis. Sin embargo, su nombre real es bastante más complicado: 3,4-metilendioxi-metanfetamina, por lo que se le conoce por sus siglas, MDMA. Su hermana, la 3,4-metilendioxianfetamina, o MDA, también es una droga empatógena.
Estos compuestos actúan sobre los mismos receptores del cerebro que los psicodélicos, los 2A de serotonina; sin embargo, los separa la manera en la que actúan. En lugar de activarlos, provocan que el cuerpo produzca un mayor número de neurotransmisores de serotonina, dopamina y noradrenalina. Aunque pueden tener efectos similares, una diferencia elemental entre empatógenos y psicodélicos es que los primeros no provocan alucinaciones—el efecto característico de estos últimos.
El resultado de los empatógenos, más bien, son sentimientos de felicidad y—evidentemente—éxtasis, por lo que son compuestos sociales muy populares. Sin embargo, este no siempre es el caso. En ocasiones, las drogas empatógenas son descritas como “amplificadores emocionales no específicos”. O sea, los efectos de felicidad que provoca el éxtasis pueden deberse al entorno social y festivo en el que suele consumirse y podrían ser muy distintos en otro.
Precisamente por su capacidad de alterar el humor del consumidor, los empatógenos suelen ser utilizados en medicina para tratar condiciones como la depresión o el estrés postraumático.
¿Qué son las drogas alucinógenas?
De los tres tipos de compuestos que abarca este artículo, los alucinógenos quizá sean los más famosos. Abarcan sustancias como el LSD, la psilocibina y la mescalina, entre muchas otras.
Como vimos en el apartado anterior, los psicodélicos activan los receptores 2A de serotonina y, como consecuencia, son capaces de inducir alucinaciones en el consumidor. De acuerdo a la dosis, estas pueden variar tanto en claridad como en intensidad.
Por ejemplo, una dosis pequeña de un alucinógeno leve puede resultar en que el consumidor vea formas geométricas de diversos colores sobre su percepción normal de la realidad. Una dosis más severa, por otro lado, puede desconectarlo de la realidad por completo.
¿De qué sirve aprender de drogas psicodélicas, disociativas y empatógenas?
Mucha gente se pregunta qué utilidad tiene aprender acerca de la composición química y la manera de actuar a nivel molecular y si lo que van a consumir son drogas psicodélicas, disociativas o empatógenas. Si lo hacen de manera lúdica, el punto es solo disfrutarlas; si se hace de manera medicinal, el doctor sabrá.
Sin embargo, hay que recordar que muchos de estos compuestos aún son ilegales en muchos lados y generalmente están poco controlados. Es buena idea saber exactamente qué estás consumiendo y, sobre todo, qué efectos te causará. De esta manera no solo sabrás qué esperar sino qué sustancia disfrutarás más de acuerdo al entorno y contexto de consumo en el que te encuentras y los efectos que estás buscando. Además, podrás reducir al mínimo las malas experiencias.
En resumen, el primero que debe cuidar de ti eres tú.