Frecuencia de los lavados de raíces
Sí, regar tus plantas en exceso es dañino—a menos que lo sepas hacer de manera controlada. Se trata de un proceso que se llama lavado de raíces, con el cual se solucionan problemas como el bloqueo de nutrientes. Pero, también, se recomienda que forme parte del ciclo de cultivo. Por eso, siempre es útil saber la frecuencia que deberían tener los lavados de raíces.
¿Qué es un lavado de raíces?
Un lavado de raíces se refiere a regar las plantas con exceso de agua, y nada más. Es decir, sin que se mezcle con fertilizantes o nutrientes. Se hace por un periodo corto—aproximadamente un sólo día o ciclo de luces—para evitar patologías como la pudrición de raíz o el moho.
Drenar todos los nutrientes del interior de las plantas puede beneficiarlas mucho. El bloqueo de nutrientes, por ejemplo, es cuando ha absorbido demasiados y no puede absorber más. Un lavado de raíz elimina este problema. Además, es una buena manera de preparar a las plantas entre una etapa y otra de su ciclo de cultivo.
Frecuencia de los lavados de raíces
Además de solucionar algún problema, siempre es recomendable hacer un lavado de raíces como parte del ciclo natural de la planta. De esta manera se evita el exceso de fertilizantes y nutrientes en su sistema.
Uno de los momentos más importantes en el ciclo de la planta es la floración. En esta etapa se deben de hacer varios cambios en el cultivo, como alterar la cantidad de luz y, claro, la de nutrientes y fertilizantes. Entonces, un lavado de raíces hace un reset y permite que la planta se adapte poco a poco a estos cambios. Y es que los cambios abruptos les ocasionan estrés a las plantas, y eso se traduce en una cosecha menor.
Antes de la cosecha
También es muy importante hacer un lavado de raíces justo antes—aproximadamente una semana—de la cosecha.
Los nutrientes y fertilizantes pueden cambiar el aroma y, más importante aún, el sabor del cannabis; el humo puede tornarse más áspero e irritante. Un lavado de raíces entonces garantiza la eliminación de todos los químicos—naturales o sintéticos—que permanecen en el sistema de la planta antes de cosechar para su consumo.