Rutina diaria de cuidado del cultivo interno

Rutina diaria de cuidado del cultivo interno

Ya que plantaste tu cannabis no creas que crecerá en automático: necesitas una rutina diaria de cuidado de tu cultivo interno. Recuerda que estamos interesados en la flor del cannabis, por lo que debe crecer lo más sano posible. Debes revisarlo de cerca a lo largo de todo su ciclo. Cuando son más jóvenes (durante la etapa de las plántulas), a diario; cada par de días cuando crezcan un poco más.

Busca cualquier cosa fuera de lo normal; cualquiera que haga que tus plantas no se vean verdes y sanas. Tú mismo puedes ser la causa de algunas. Como rutina diaria de cuidado de tu cultivo interno, empieza por revisar tus medidores de temperatura y humedad y asegúrate que el medio ambiente sea el correcto.

Revisa su espacio

Cerciórate, por ejemplo, de que tus plantas tengan espacio suficiente. Es común que los cultivadores primerizos las encimen como sardinas. Esto puede resultar en que algunas de las hojas más altas les hagan sombra a las demás. Idealmente, la luz debe darles a todas por igual. Redistribúyelas si notas algún problema.

Revisa su agua

Las hojas amarillas pueden indicar que las estás regando con demasiada agua o que tus macetas la estén reteniendo en el fondo por no contar con el drenaje adecuado. También pueden significar una deficiencia de nutrientes; cerciórate de usar los correctos y mezclarlos bien en la cantidad apropiada de agua antes de regarlas.

Revisa las luces

Revisa tus luces. Las puntas de las hojas también se marchitan y tornan amarillas—se “queman”—cuando reciben demasiado calor; a lo mejor tienes que separarlas de los focos. De la misma manera, checa que todo tu equipo esté funcionando correctamente. Un solo aparato que falle puede afectar a todo tu ecosistema.

Organismos externos

Además de ti, hay otros organismos que pueden dañar tu cultivo. Como todas las plantas, es posible que tu cannabis sea víctima de alguna plaga, o de moho: a fin de cuentas, es un ambiente muy húmedo.

Así que no solo les “eches un ojo” a tus plantas, revísalas detenidamente: sus tallos y hojas, por arriba y por abajo. La tierra también, que es más propicia para desarrollar moho, así como tus macetas, incluyendo la parte inferior de la base.