¿Vale la pena cultivar tu propio cannabis?
Cultivar tu propio cannabis no es una decisión que se tome a la ligera. Se requiere hacer una inversión fuerte, sobre todo de tiempo y dedicación, sin mencionar una empinada curva de aprendizaje. No cabe duda de que, cuando sale bien, el resultado final es altamente satisfactorio, pero, con la llegada de los dispensarios en lugares donde el cannabis se ha legalizado, muchos se preguntan si realmente vale la pena.
¿Qué son los dispensarios de cannabis?
Los dispensarios de marihuana son más antiguos de lo que se podría pensar inicialmente. Fue en la década de los noventa, en 1996 para ser exactos, cuando el primero abrió en Estados Unidos. Era diferente a los dispensarios actuales, ya que se dedicaba exclusivamente a la venta de marihuana medicinal, la cual se legalizó en ese estado ese mismo año.
Actualmente, cada vez que se legaliza en algún estado norteamericano, varios dispensarios abren sus puertas al público con el objetivo de vender hierba para consumo recreativo (según la legislación de cada lugar, es posible que necesiten, o no, una licencia expedida por el gobierno).
A diferencia de los cafés europeos (célebres, sobre todo, en Ámsterdam, Países Bajos), los dispensarios son exclusivamente para la venta de productos de cannabis, no para consumirlos. Su gran ventaja es la variedad que ofrecen; no solo suelen comerciar con un amplio rango de cepas distintas, sino que también tienen otros productos, como concentrados o comestibles. Además, ofrecen artículos para fumar, como bongs, pipas, dab rigs y más.
La calidad de la hierba en estos establecimientos varía de uno a otro, ya que suelen ser negocios independientes. Su mayor ventaja es la comodidad y variedad, así que, si existen los dispensarios, con todo tipo de productos disponibles, ¿vale la pena cultivar tu propio cannabis?
¿Cómo se compara la hierba casera con la de dispensario?
Evidentemente, no se puede asegurar que toda la hierba que se cultiva en casa es mejor que la de dispensario, pues su calidad depende totalmente del agricultor. Algunos se vuelven expertos. La experiencia no solo les da la habilidad de leer las señales que emiten sus plantas y darles lo que necesitan para que crezcan grandes y fuertes, sino que también aprenden a combinar varios tipos de plantas y crear sus propias cepas. Otros, por otro lado, solo requieren de la primera cosecha para decidir que el cultivo no es lo suyo y prefieren que alguien más se encargue del control de calidad.
Ambos casos son válidos. Sin embargo, existen algunos factores, además de la pericia del agricultor, que determinan la calidad de la hierba y si esta es capaz de superar a la del dispensario.
Procedencia
Como mencionamos antes, las leyes que rigen a los dispensarios cambian geográficamente. Muchos tienen la obligación de proporcionar al cliente todo tipo de información sobre sus productos, como la procedencia del cannabis y el proceso de cultivo; por ejemplo, si se utilizaron fertilizantes ecológicos o sintéticos.
Sobra decir que, cuando el cultivo es casero, la procedencia depende totalmente del agricultor; él o ella deciden qué tipo de fertilizantes y nutrientes usar y predecir la calidad final de su producto. Incluso controlan dónde crecen sus plantas; ya sea adentro o afuera, en tierra, agua o arcilla.
Producción
Quizás la mejor manera de diferenciar entre el cannabis de los dispensarios y el casero es mediante las diferencias en su producción. Una vez que se legaliza la venta y consumo de cannabis en una región del mundo, este se vuelve, como el resto de los productos del capitalismo, en uno de producción masiva.
Cuando un producto, especialmente los que provienen de la tierra, es cultivado en cantidades masivas, es más probable que la calidad sufra. Y es que es imposible hacer un control de calidad del 100% con toneladas de producto. Un porcentaje del total, inevitablemente, tendrá una calidad inferior al resto. Eso, sumado, como lo mencionamos antes, al proceso de todo el cultivo; el cuidado que recibió más los químicos que se utilizaron.
En comparación, y para poder decidir si vale la pena cultivar tu propio cannabis, si le añadiéramos un adjetivo al cannabis sembrado, cultivado y cosechado en casa, “artesanal” lo describiría bastante bien. Llevar un control de calidad cuando se tiene, como mucho, un par de decenas de plantas (aunque, comúnmente cinco, seis o hasta menos) es mucho más fácil y, por lo tanto, exhaustivo.
Precio
En general, fabricar las cosas tú mismo es más barato que comprarlas, ya que uno solo gasta en materiales y se evita el costo del empaque, publicidad y demás. Aunque, evidentemente, no puede hacerse con todo (solo algunos saben construir una computadora, por ejemplo), este es el caso del cannabis.
Al principio podría no parecerlo, ya que los cultivos requieren de mucho material y equipo, especialmente los internos. Invernadero, ventiladores, reguladores, lámparas; sin mencionar semillas, sedimento y macetas, terminan acumulando una cuenta de miles de pesos. Muchos toman esto como prueba de que no vale la pena cultivar tu propio cannabis; es mejor ir al dispensario y pagar mucho menos por el producto de su elección.
A largo plazo, sin embargo, el hábito del cannabis tiene el mismo problema. El cannabis del dispensario es mucho más caro, de 3 a 4 veces, que el cannabis que uno cultiva por sí mismo. Y, aunque el equipo que requiere un cultivo interno es caro, solo hay que comprarlo una vez. Ya instalado, solo se gasta en un par de cosas, como focos y sedimento; ni siquiera hay que comprar semillas si uno aprende a reproducir sus propias plantas.
Variedad
Sin duda, los dispensarios son superiores cuando se trata de variedad. Por mucho espacio que tenga un agricultor en casa, nunca podría igualar la producción masiva del “big cannabis”. Sin embargo, esta no es fija, sino que se mueve de acuerdo a la demanda mercantil.
Es decir, los productos que no se venden desaparecen de los estantes y es muy posible que alguien que se haya aficionado a una cepa específica de pronto no la encuentre más. Sobra decir que los agricultores, por otro lado, cultivan el cannabis que a ellos mismos les gusta consumir y los cultivos caseros son una fuente prácticamente inagotable.
Además, como ya mencionamos anteriormente, los agricultores que logran acumular suficiente experiencia se vuelven capaces de diseñar sus propias cepas. Es decir, ajustan y corrigen distintos aspectos de su hierba; desde su aroma y sabor hasta la intensidad y naturaleza de sus efectos.