Los sintéticos: más peligrosos que nunca

Los sintéticos: más peligrosos que nunca

Los cannabinoides sintéticos son un peligro. Para evitar las leyes que rigen su fabricación y venta, sus ingredientes cambian constantemente, y hoy son más peligrosos que nunca. Aquí tienes una guía con todo lo que debes saber sobre ellos.

¿Qué son los cannabinoides sintéticos?

Aunque ahora se ha simplificado un poco, la legalización de los productos de cannabis suele ser un laberinto legal—¿es permitido comprarla? ¿Es permitido plantarla? ¿es permitido consumirla?—. Los cannabinoides sintéticos fueron creados para rodear esas barreras legales.

Se trata de compuestos químicos que pueden producir efectos muy similares a los del cannabis, pero no son cannabis; no provienen del cannabis ni contienen compuestos del cannabis.

Funcionan de manera prácticamente inversa a los extractos. Se fabrican usando una mezcla de químicos muy difíciles de identificar, ya que constantemente están cambiando, pero que incluso pueden contener fentanilo. Se convierten en un líquido con algún solvente, como alcohol o acetona, y son rociados en distintos productos.

El más común es el material vegetal para imitar el método de consumo del cannabis más célebre. Sin embargo, también pueden agregarse a otros compuestos parecidos a los extractos para dabbing o, incluso, dejarlos en forma líquida para consumirlos en vaporizadores.

Errores de fabricación

Evidentemente, su fabricación no está sujeta a ningún control de calidad, lo cual puede resultar en una larga lista de cosas que pueden salir mal, con grandes peligros para el consumidor.

Una de las más comunes es que no se rocíe la planta de manera homogénea; mientras que algunas partes casi no reciben la imitación de cannabinoides, otras reciben demasiado. Y un área sobrecargada es un problema por cómo actúan, algo que veremos más adelante.

Otro es la irregularidad. El mismo producto de dos marcas distintas, o, incluso, dos lotes distintos de la misma marca, pueden tener dos intensidades muy distintas. Mientras una no produce muchos efectos, la siguiente puede tener efectos exacerbados y fácilmente provocar una sobredosis, o peor.

Antes mencionamos el más común. Nada te garantiza que un lote de cannabis sintético contenga los mismos ingredientes del anterior. Esto es por cómo han cambiado las recetas desde su creación.

¿Cómo surgen los cannabinoides sintéticos?

Aunque parece un problema moderno, la verdad es que los cannabinoides sintéticos existen desde la década de los ochenta. Entonces, un profesor de química orgánica llamado John William Huffman sintetizó diferentes tipos de cannabinoides para estudiar su funcionamiento y posible aplicación médica. En 2008, uno de esos cannabinoides, llamado JWH-018, comenzó a ser usado para fabricar cannabinoides sintéticos en laboratorios alemanes, resultando en el que hoy lleva el nombre de “Spice”. Pronto, le siguieron otros.

¿Qué los hace más peligrosos que nunca?

El gran problema para controlar su fabricación y venta es que no es tan sencillo simplemente hacerlos ilegales, ya que, muchos de los químicos que se utilizan en su fabricación, no lo son. Algo que los ha vuelto más peligrosos que nunca. Como son relativamente fáciles de hacer, cuando se prohíbe el uso de uno de estos químicos, los fabricantes simplemente lo reemplazan por otro.

Por ejemplo, cuando los sintéticos, como el mencionado JWH-018, fueron prohibidos, comenzaron a usarse otros de menor calidad. Y, cuando estos fueron prohibidos, los fabricantes simplemente comenzaron a usar otros aún más nocivos.

Los peligros de los sintéticos

La razón por la que los sintéticos son capaces de producir efectos muy parecidos a los del THC es porque se acoplan a los mismos receptores del sistema endocannabinoide. El problema es que son de 2 a 100 veces más potentes.

Es decir, el THC activa unos cuantos receptores; los suficientes como para confundir las señales que regulan nuestras actividades y reacciones más básicas, lo que resulta en sus efectos tan peculiares. Si se consume demasiado, estos pueden ser muy desagradables, produciendo síntomas como ansiedad, la cual puede desembocar en paranoia y ataques de pánico.

Los cannabinoides sintéticos son mucho más efectivos; activan prácticamente todos los receptores con los que tienen contacto, alterando mucho más la comunicación entre las neuronas. Cuando consideramos que éstas, además, están directamente vinculadas con el sistema nervioso central, sus efectos son extremadamente preocupantes.

Cuando se trata de cannabis natural, no es común que se consuma solo THC; viene acompañado de otros elementos de la planta. Entre ellos, el CBD y los terpenos son esenciales para regular los efectos del THC, reduciendo sus afecciones y efectos desagradables. Evidentemente, en los cannabinoides sintéticos no existe esta simbiosis.

¿Qué efectos producen los sintéticos?

Como mencionamos antes, los cannabinoides sintéticos están diseñados para causar efectos parecidos al cannabis natural. Algunos han reportado que su consumo conduce a la relajación y un mejor ánimo; sin embargo, también alteran la percepción de los objetos y del tiempo. También pueden conducir a tener pensamientos psicóticos; desordenados y desconectados de la realidad.

Al afectar más receptores que el cannabis natural, la ansiedad causada por los cannabinoides sintéticos es extrema. Viene acompañada de confusión y pensamientos paranoicos y alucinaciones, que, según ha sido observado, pueden resultar en pensamientos suicidas y comportamiento violento.

Físicamente, aumentan el ritmo cardiaco y producen vómito.

Más peligrosos, y adictivos, que nunca

Se ha observado que los sintéticos también son adictivos, con muchos usuarios reportando síntomas, desde dolores de cabeza hasta depresión, cuando suspenden su uso. Y las sobredosis también son comunes, las cuales pueden causar condiciones serias, como convulsiones, daños a los riñones o reacciones tóxicas.

Sin embargo, los sintéticos pueden causar daños severos aunque no se llegue a una sobredosis. Ya a mediados de la década causaron una epidemia de hospitalizaciones en Nueva York. Y eso fue cuando los químicos de los sintéticos no eran tan peligrosos como ahora. Solo podemos imaginar el daño que causan hoy, que son más peligrosos que nunca.