Meditar con cannabis: concentración corporal
La meditación no solo mejora la salud mental, sino también la física. La concentración corporal incluye un poco de ambas. Ayuda a enfocarse y concentrarse en aquellas partes del cuerpo que necesitan relajarse individualmente. Combínalo con cannabis para mejores resultados.
¿De qué sirve meditar?
El mundo está lleno de estímulos; anuncios de productos, noticias que leemos. Aunado a las preocupaciones de la vida diaria, tanto de la familia como del trabajo hace necesario que, de vez en cuando, busquemos un espacio para nosotros. Ahí podemos analizar y replantearnos cosas. Y, no menos importante, relajarnos.
La meditación reduce el estrés y la ansiedad y elimina los pensamientos negativos. Además, relaja los músculos. Sin embargo, no siempre es sencillo concentrarse lo suficiente para poder meditar. A veces necesitamos ayuda. Por eso, muchos incorporan el cannabis a su meditación.
¿Qué cepa usar para la concentración corporal?
Si bien en otras formas de meditación se recomiendan cepas que promuevan la concentración, en esta ocasión es mejor una que sirva de relajante. La Master Kush tiene mucha tradición precisamente por eso, que se refleja hasta en su sabor. A pesar de relajar, no nubla mucho la mente—perfecta para meditar.
Cómo combinar el cannabis con la concentración corporal
Consume tu cepa de cannabis y acuéstate sobre una superficie cómoda, pero que no sea demasiado suave—se recomienda un tapete de yoga. Cierra los ojos y extiende los brazos a tus lados con las palmas para arriba y relájalos; deja que los dedos se doblen naturalmente. Relaja las piernas y deja que tus pies se abran con su peso. Quédate ahí un tiempo, sintiendo tu peso sobre la superficie.
Imagina que tu mente es un detector de tensión. Con ella, recorre todo tu cuerpo y busca aquellos músculos que no se hayan podido relajar. Empieza de abajo hacia arriba; por los dedos de los pies, los pies (incluyendo las plantas) y los tobillos. Continúa por las piernas, la cadera y el tronco. Las manos, los brazos, los hombros, el cuello y, por último, la cabeza.
Cuando detectes una zona problemática, detente y concéntrate en ella. No eres más que esa zona—relájala. Una vez que lo logres continúa con las demás. Recuerda siempre relajar la respiración. Permanece ahí el tiempo que sea necesario.